Poetas Muertos
INICIO
No se hace uno viejo por haber vivido muchos años,
se hace uno viejo por haber defraudado su ideal.
Gral. MacArthur

domingo, 20 de junio de 2021

EL HUNDIMIENTO DE LA CASA USHER VIII

 




 NARRACIONES EXTRAORDINARIAS



Apenas había dado unas cuantas vueltas, sentí pasos ligeros en la escalera. Inmediatamente reconocí que se trataba de Usher. Al cabo de un momento, llamó suavemente a la puerta y entró llevando una lámpara. Su rostro, como de costumbre, tenía un aspecto cadavérico, pero además en esta ocasión se reflejaba en él una especie de morbosa hilaridad, una histeria evidentemente contenida en todas sus formas. Su aspecto me aterró; pero cualquier cosa eras preferible a la soledad que yo durante tanto tiempo había soportado, por lo que acogí su presencia como un alivio.

   -¿No has visto?- dijo bruscamente, después de haber mirado a su alrededor y en silencio durante algunos instantes -. Entonces, ¿tú no lo has visto? ¡Pues espera! ¡Ya lo verás!
  Diciendo esto, y protegiendo con cuidado su lámpara, se apresuró hacia una de las ventanas y la abrió de par en par a la tormenta.

  
 La furia impetuosa del agua casi nos levantó del suelo . La noche tempestuosa tenía una imponente belleza y era única y extraña en su terror y en su hermosura. En las proximidades de la casa se había formado un un torbellino que hacía frecuentes y violentas alteraciones en la dirección del viento, y la excesiva densidad de las nubes, que colgaban tan bajas como para aplastar el tejado, no nos impedían apreciar la viva velocidad con que corrían unas contra otras desde todos los puntos, sin alejarse en la distancia. Ya he dicho que su excesiva densidad no nos impedía apreciar aquello, a pesar que no vislumbramos destello alguno de luna o luz de estrellas, ni había ningún  resplandor de relámpago. Pero las superficies inferiores de las enormes masas de agitado vapor, lo mismo que todos los objetos terrestres que nos rodeaban, brillaban a la luz sobrenatural de una débil exhalación gaseosa que rodeaba toda la casa.


   - ¡No debes, no tienes que ver eso! -le dije temblando a Usher; y con suave violencia le conduje desde la ventana al sillón-. Estas apariencias que te impresionan, son simples fenómenos eléctricos muy frecuentes, o tal vez tengan su origen espectral en los fétidos miasmas del lago. Cerremos
 esta ventana, pues el aire está helado y puede resultar malo para tu salud. Aquí tengo una de tus novelas favoritas. Leeré y tu me escucharás, y así dejaremos pasar juntos esta terrible noche.

El antiguo volumen que yo había tomado era el Mad Tist,  de Sir Lancelot Canning; pero le había llamado  el libro favorito de Usher más en broma que en serio, pues, a decir verdad, poco había en su baja y nada imaginativa prolijidad que pudiera tener interés para la alta y espiritual idealidad de mi amigo. Pero era el único libro que tenía a mano y alimentaba la vaga esperanza de que la agitación que entonces perturbaba al hipocondríaco, podía encontrar alivio (pues la historia de los desordenes mentales está llena de anomalías similares) en la misma exageración de las locuras que iba a leerle. Si hubiera tenido que pagar por el aire extrañamente tenso con que escuchaba o aparentaba escuchar las palabras del cuento, podía haberme felicitado del éxito de mi idea.


MELODÍA DESENCADENADA

https://youtu.be/5N_ZtvwHsNM



No hay comentarios:

Publicar un comentario