NARRACIONES EXTRAORDINARIAS
No obstante, nuestras miradas no permanecieron mucho tiempo fijas en la muerta, porque no pudimos contemplarla sin espanto.. La enfermedad que había acabado con la vida de Lady Madelaine en plena juventud le había dejado -como sucede generalmente en personas fallecidas por catalepsia -una especie de falsa rubicundez en el rostro y la parte del pecho que se descubría, pintándose en aquel esa sonrisa furtiva que resulta espantosa en los labios de una persona muerta. Volvimos a colocar y clavar la tapa, y después de haber asegurado la puerta de hierro, emprendimos contrabajo el regreso hacia las habitaciones no menos melancólicas de la parte alta de la casa.
Transcurridos algunos días de amargo pesar para mi amigo, se operó un cambio ostensible en los síntomas de su desorden mental. Sus maneras habituales habían desaparecido. Sus costumbres ordinarias eran desatendidas y olvidadas. Vagaba de habitación en habitación con prisa desigual y sin objeto.. Su tez había asumido, si es posible, una palidez aun más espectral, pero la luminosidad de sus ojos había desaparecido por completo. Desapareció el áspero tono de voz que adoptaba en ocasiones, reemplazado por un trémulo balbuceo que parecía provenir de un terror extremado De hecho, algunas veces yo hubiera jurado que su espíritu, incesantemente agitado, luchaba con algún secreto horrible, pero que le faltaba el valor necesario para revelarlo. Otras veces me veía obligado a atribuirlo todo a las simples vaguedades de la locura, pues le veía observar el vacío durante largas horas en una actitud de profunda atención, como si escuchara algún sonido imaginario. No debe sorprender que su estado me aterrara, que me contagiase. Sentí que de modo lento y segura se iban adueñando de mi espíritu las extrañas influencias de sus fantásticas e impresionantes supersticiones.
Dominado por un intenso sentimiento de horror, inexplicable pero invencible, me vestí con apresuramiento (pues tenía el presentimiento de que no podría dormir nada más durante la noche) y luchando por sobreponerme a mi mismo, comencé a recorrer la habitación de arriba abajo.
HOMBRE LOBO EN PARÍS
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