EL TENIENTE GENERAL MENA Y BONO
24/01/2022
LOS PAPELES DE BONO Y EL TENIENTE GENERAL MENA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
En el digital Vozpopuli y publicado por Gonzalo Araluce se están dando a conocer los llamados papeles de Bono. Deben ser importantes.
No dedicaré ni un minuto a mirar la papelera del personaje que seguro que algo busca, se busca en el espejo. Esa es la importancia.
Inexplicable papeleo y menudo papelón el del viejo Bono de nuestras entretelas. No es nuevo. Llevaba demasiado tiempo calladito.
El personaje don José Bono, ni el señor José ni don Bono, interesan en el mundo militar, en el civil lo dudo más allá de las hípicas provinciales. Ser el peor ministro de Defensa que se haya conocido en España es todo un título.
Lo lleva con orgullo gracias a que dejó bien colocado a un grupo importante de fieles escuderos que siguen sus andanzas, que ancha es su castilla y su mancha, ambas cosas en él contradictorias porque, sin saber nada, hizo de todo sin asesorarse de nada, que él todo lo sabe, pero no pudo ser lo que nunca fue, aunque cree haberlo sido. De todo hizo menos lo que debió hacer.
Abandonó al Ejército, lo inundó de sus caprichos, no respetó sus valores tradicionales, quiso imponer su moral y hasta modificar tradiciones sagradas propuso. Dejó en peligrosa tesitura a unas tropas que se jugaban la vida y expuso a grave riesgo a las tropas aliadas en una decisión precipitada y errónea, que supuso una de las mayores derrotas morales de nuestras tropas en el cumplimiento de una misión. Inolvidable personaje. Fomentó el enfrentamiento entre compañeros, desnombró para nombrar a sus afiliados.
No se fiaba. Vigiló desde soldados a generales, buscó debajo de las alfombras, habló a unos de una manera y a otros de la otra, a ver si alguno cantaba lo que él quería oír, lo que jamás se habló entre caballeros de uniforme.
Se hizo famoso por el cese y arresto del Teniente General don José Mena Aguado, enero de 2006, por las palabras que pronunció el general el día de la Pascua Militar siendo Jefe de la Fuerza Terrestre con sede en Sevilla. Provocó un intencionado vuelco de escalilla, como se dice en términos militares. El JEMAD era Félix Sanz Roldán, que luego fue Jefe del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y ahora se sienta en el Consejo de Administración de Iberdrola. Le sustituyó como JEMAD José Julio Rodríguez Fernández, dirigente del partido político Podemos y mano izquierda de Pablo Iglesias. Eran aquellos tiempos…
Sí. Los tiempos del Estatuto catalán… de aquellos polvos.
Conviene repetir lo que ya escribí hace tiempo y que vuelven a remordernos las conciencias.
El general Mena en su discurso de la Pascua Militar se adelantó en el tiempo, proféticamente, a lo que con frivolidad otros menospreciaban: la ruptura de la unidad de España. No se escondió ante nadie ni ante nada y dio la cara por todos sus subordinados que le mostraban a diario su preocupación y desencanto. El general Mena era el Jefe de la Fuerza Terrestre, es decir el jefe de casi todas las unidades de combate del Ejército. El general Mena recordó, cuando todo empezaba, la relevante y honorable misión de las Fuerzas Armadas; repito, proféticamente. Lo hizo sin el menor atisbo de amenaza ni escándalo que no fuese el que los débiles, en su interpretación del deber y la responsabilidad que su cargo exigía, jugaban a la nación de naciones y frivolidades estatutarias sembrando la cizaña entre el trigo.
Hoy conviene recordar y traer a la memoria el injusto tratamiento dado a un hombre de honor que dijo lo que ahora todos dicen y se desdicen y siguen diciendo que dijeron. Ahora que el honor se cambia por cobardía y los ejemplos están perdidos en discursos insustanciales, conviene no olvidar a los hombres que su deber les llevó a cumplir con honor a pesar de los que quisieron deshonrarles. Su actitud entonces, a lo largo de estos años, hoy más que nunca, es un ejemplo.
Ha pasado el tiempo y ha estallado lo que nunca quisimos presenciar.
Porque el honor una vez perdido no se recobra jamás.
Pero, ¡qué bien llevan algunos!… haberlo perdido.
No solo el perdón sino la verdad. No tirar la piedra y esconder la mano. Ni esconder documentos de amenaza. Hechos y perdón.
El señor Bono quiso ser ministro sin querer queriendo, y se fue como vino, con documentos, pero vacío. El alma de soldado no se modifica a capricho.
‹‹Inmolarse por Dios fue su destino;/ salvar a España, su pasión entera;/ servir al Rey, su vocación y sino. / No supieron querer otra bandera, / no supieron andar otro camino;/ ¡no supieron morir de otra manera!».
Hasta eso quiso enmendar, lo que corrobora al personaje. No aprendió nada.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
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