LA LETRA“Ñ”
La letra "ñ" es la
decimoquinta letra del alfabeto español y representa un sonido nasal palatal, /ɲ/. Se
originó en la Edad Media a partir de la abreviatura de la doble "n"
(nn) para ahorrar espacio en la escritura. La virgulilla que la acompaña,
llamada tilde, también se usa en otros contextos, como el acento gráfico.
La letra Ñ no existe en inglés, ni
en alemán, ni en francés. No viene del latín, pero aparece en miles de palabras
del castellano, el gallego o el euskera y es parte de nuestra forma de nombrar
el mundo. Esta es la historia de una letra única: la ñ.
En la Edad Media, copiar un libro
era una tarea que llevaba años y que los monjes hacían a mano, letra a letra,
con tinta que costaba dinero, y trazos que costaban vidas. Y cuando cada trazo
importa, cualquier forma de ahorrar se convierte en una revolución.
Así nació la Ñ. Los copistas
comenzaron a abreviar las letras duplicadas, colocando un trazo sobre la letra
original. Esa virgulilla (~), que hoy vemos como un adorno, fue primero una
necesidad: menos tinta y menos tiempo.
Pasó con “anno”, que se convirtió
en año, con “hispannus”, que con el tiempo pasó a español, con “pannum”, que
acabó en paño... No era un invento estilístico, era supervivencia, hacer más
con menos.
Pero con el tiempo, ese trazo dejó
de ser solo una abreviatura y la gente empezó a pronunciarlo distinto. Y lo que
nació como una solución práctica se convirtió en un nuevo sonido y en una nueva
letra.
La Ñ no existía en latín, pero en
lugar de evitarla, como hicieron otras lenguas, el castellano decidió
incorporarla. Donde el francés puso “gn”, el portugués “nh” o el italiano “gn”,
el español creó algo nuevo. Y lo hizo suyo.
La primera vez que apareció impresa
fue en 1492, el mismo año en que Colón partía hacia América y Nebrija publicaba
la primera gramática del castellano. Y allí, en ese libro fundacional, la Ñ ya
era letra oficial, pero no por casualidad, sino por identidad.
A partir de entonces, la Ñ viajó
con la lengua y se instaló en cientos de idiomas del mundo: el gallego, el
euskera, el quechua, el aimara, el náhuatl, el guaraní, el mapuche... incluso
el agalo de Filipinas. Pero nunca en el inglés, ni en el francés, ni siquiera
en el catalán.
En 1991, las empresas de
informática quisieron eliminarla, ya que decían que ocupaba espacio, que no era
rentable y que dificultaba la “globalización”. Pero hubo una respuesta firme:
no se toca. Y España, por primera vez, ganó una batalla cultural.
Desde entonces, la Ñ se convirtió
en algo que va más allá de una simple letra. Es una bandera, una resistencia,
una forma de decir: “no todo debe adaptarse a lo anglosajón”. Porque el idioma
es comunicación, pero también es memoria, es territorio y es una forma de estar
en el mundo.
La Ñ está en “año”, en “niño”, en
“sueño”... palabras que hablan del tiempo, de lo que está por venir, de lo que
nos define. Y, aunque sea una letra medieval, hoy es usada por 600 millones de
personas cada día en su idioma.
Y lo mejor de todo es que nadie la
inventó en un despacho, sino que la creó la necesidad, la adoptó el pueblo y la
defendieron quienes entendieron que también en una letra cabe una patria...
https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%91#:~:text=%C3%91-,Uso,letra%20en%20el%20alfabeto%20filipino.
Quando, Quando, Quando.
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