NARRACIONES EXTRAORDINARIAS
Una de las fantasmagóricas concepciones de mi amigo, que no participaba tan rígidamente del espíritu de abstracción, podría explicarse, aunque débilmente, por medio de palabras. Un Cuadrito suyo representaba el interior de una larga y rectangular cueva o túnel, de bajas paredes, lisas, blancas y sin interrupción ni adorno; ciertos detalles accesorios de la pintura servían para hacer comprender que esa excavación se abría a una profundidad considerable. No se observaba salida alguna, ni se veía antorcha ni otra fuente artificial de luz; y, con todo, una oleada de intensos rayos fluctuaba alrededor y bañaba el conjunto con un esplendor espectral e inapropiado.
Acabo de hablar del morboso estado del nervio auditivo que hacía intolerable toda música para el paciente, con la única excepción de ciertos instrumentos de cuerda. Tal vez los estrechos los estrechos límites en los cuales se había confinado el mismo al tocar la guitarra eran los que daba origen en gran medida al carácter fantástico de sus ejecuciones. Pero la febril soltura de sus impromptus no podía explicarse por ello. Así había de ser y así era, en las notas como en las palabras de sus fogosas fantasías (pues muy frecuentemente se acompañaba asimismo con rimadas improvisaciones verbales), el resultado de aquel intenso recogimiento moral y concentración a los que he aludido previamente y que no se observan sino en determinados momentos de la más intensa excitación artificial. El texto de una de esos rapsodias lo he recordado fácilmente. Quedé, tal vez, más fuertemente impresionado por ellas cuando las produjo, porque bajo la profunda y misteriosa corriente de su pensamiento yo percibía por primera vez una plena conciencia por parte de Usher de su estado mental, y sentía que la razón se le tambaleaba en su trono. Aquellos versos que se titulaban "El palacio hechizado" venían a ser muy aproximadamente como siguen:
I
En el valle más verde de nuestros valles
por buenos ángeles habitado,
una vez, un bello y firme palacio
en otro tiempo alzó su frente
En el dominio del monarca pensamiento,
era donde se alzaba.
Jamás un serafín desplegó sus alas
sobre obra tan maravillosa
II
Banderas amarillas de oro y gloria
en su techo flotaban y ondulaban.
Esto -todo esto- fue hace mucho tiempo.
Mucho tiempo atrás.
A cada suave soplo de brisa que retozaba
en tan amables días
rozando las murallas desnudas y pálidas,
un alado perfume provocaba.
III
Vagabundos por ese alegre valle
veían a través de las ventanas luminosas
moverse unos espíritus con la música,
al compás de un laúd bien templado,
alrededor de u trono donde estaba sentado
(¡Pórfiro Geneta!)
con pompa muy digna de su gloria.
Al señor de aquel reino se veía.
IV
Y toda reluciente de perlas y rubíes
era la hermosa puerta del palacio,
por la cual llegaban oleadas, oleadas,
y centelleando eternamente
un tropel de ecos, cuya dulce misión no
era sino cantar.
V
Pero malvados seres con vestido de duelo
asaltaron el palacio del monarca.
¡Ah! ¡Lloremos amargamente tal desgracia!
Ningún alba despuntará sobre la regia residencia.
Y alrededor de su mansión, la gloria
que entonces florecía,
no es ya sino un cuento oscuro
de antiguos tiempos olvidados.
VI
Y ahora los viajeros que atraviesan el valle
solo ven a través de ventanas
vastas formas que se mueven, fantásticamente
en una discordante zarabanda,
mientras que como un río
rápido y lúgubre por la puerta
un feo tropel se precipita ríe
sin alcanzar sonriendo la gracia.
Recuerdo bien que las sugestiones producidas por esta balad nos sumieron en una serie de pensamientos que pusieron de manifiesto una opinión de Usher, recordaba aquí, no tanto por su novedad (pues otros hombres han tratado de ello), sino por la insistencia con que la sostenía. Esta opinión en su forma general, es la de que los seres pertenecientes al mundo vegetal poseen una sensibilidad. Pero en su desordenada imaginación la idea había adquirido un carácter más osado aún, e invadía, bajo ciertas condiciones, el reino de lo inorgánico.
MARÍA LA BANDIDA
No hay comentarios:
Publicar un comentario