XXIII CURSO UNIFORMOLOGÍA
EJÉRCITO ESPAÑOL. 9-30 MAYO 2022.
El Curso hace un recorrido histórico por los Uniformes, que han sido reglamentarios en el Ejército de Tierra español, a lo largo de la Historia. Fundamentalmente, desde que existen Ejércitos Permanentes (Reyes Católicos) y especialmente, desde los Borbones (Felipe V) que ya se dispone de Reglamentación escrita sobre la Organización y la Uniformidad.
El OBJETIVO es sembrar en los alumnos una inquietud sobre la Uniformología, con todos sus componentes (Uniformes, Divisas, Emblemas, Distintivos y Condecoraciones) y adquirir unos conocimientos básicos para conocer los hitos que distinguieron las diferentes épocas, que les permitan continuar ampliando e investigando sobre la Uniformología.
Modalidades:
· Presencial: de lunes a jueves de 16 a 18h en el Salón de Actos del IHCM; Paseo Moret 3, 28008 Madrid.
· A distancia: desde cualquier ubicación con acceso a internet. Conexión en directo o visualización de las retransmisiones en diferido.
Uso obligatorio de mascarilla y disponibilidad de aparcamiento durante el acto.
Más información en:
ihycm@et.mde.es. Teléf.: 917808742
www.ejercito.mde.es/unidades/
A pie
y sin un ochavo en los bolsillos; calados hasta los huesos y con el estómago
frío; en la vista una nube de hielo y en el dedo que oprime el gatillo, un sabañón,
El día 8 de diciembre, el día de la Purísima, hace mucho frío, pero nunca bastante
para frenar la Infantería, que, con un trajecito de dril, derrite la nieve de
los montes. Y la escarcha de los ríos difíciles. Y el hielo que oprime a los
corazones en desgracia.
Ningún oficio más bonito que el de Capitán de
Infantería, artesano del valor heroico, orfebre del valor estoico, que va a pie
donde lo mandan, con sus hombres detrás, y que a veces se quedan en el camino porque
una bala-; con qué facilidad. Dios mío- le para los pulsos del corazón.
La guerra no es triste porque da salud y -que
no se me lleven las manos a la cabeza los timoratos- ¡benditos sean los
franceses, que nos unificaron y nos pusieron de acuerdo para echarlos!
La guerra no es triste, porque levanta las
almas. La guerra no es triste porque nos templa la sangre. La guerra no es
triste porque nos enseña que, fuera de la bandera, nada, ni aún la vida
importa.
La
Infantería es la guerra a pie firme, la guerra cara a cara, la vida jugada a
cara o cruz de la victoria o la muerte. La Infantería es la guerra a cuerpo
limpio, y el infante el lidiador que lleva el espíritu armado de un estoque de
fuego, como un arcángel con estrellas en las bocamangas.
La
Infantería no es la materia; es el ligero y tenue soplo que vivifica. La
Infantería no es la masa, es la compañía. La Infantería no es, a veces, ni el
concierto. Es siempre la arrebatada canción del solitario centinela, que canta
para que el cabo de guardia sepa que está vivo.
Quien no
haya sido soldado de infantería quizás ignore que cuando el hombre se cansa,
aún le faltan muchas horas y muchas leguas para cansarse. Porque el secreto de
la Infantería -nosotros estamos hablando, naturalmente de la Infantería española,
la de las cornetas en el cuello de la guerrera- es de sacar fuerzas de flaqueza
y hacer de tripas corazón. Que nunca más noble destino tuvo ni para nada mejor
pudieron servir.
Quien
no haya sido soldado de Infantería quizás ignore que cuando el hombre se lanza,
cuando al hombre se le calienta la sangre, lo más difícil es paralo y
enfriarlo. Porque el otro secreto de la Infantería es el de calentar el aire
con la mirada y darse cuenta de repente que la batalla terminó cuando el
soldado creía que estaba empezando. Que nunca mejores temples se conocieron ni
en más gallardo menester se emplearon.
Quien
no haya sido soldado de Infantería quizás ignore lo que es sentirse el amo del
mundo a pie y sin dinero.
A pie paseamos por donde quisimos, porque el
que no va a pie no se entera, y os lo dice un vagabundo. Y sin dinero izamos
nuestra bandera donde nos dio la gana y donde nos mandaron, porque la victoria
es algo que no se compra, sino que se conquista, y os lo asegura un pobre.
Ningún
oficio más bello que el del Infante, que lleva su casa a cuestas como el
caracol y se pelea porque no admite jaques; como el león, como el gallo y como el
toro. Sin medir las fuerzas -que no fuera noble presentar las batallas ganadas-
y sin mirar atrás, porque detrás no hay nada, absolutamente nada.
Con el frío del 8 de diciembre se calienta
nuestro herido corazón al pensar, como en una novia a la que quisiésemos
demasiado, en la Infantería. Resuenan pífanos marciales y aún nupciales en la
última y más profunda revuelta de nuestros oídos, y aún se estremece, gracias a
Dios, ese último nervio que en los cuerpos de los bien nacidos se guarda, como
oro en paño, para que vibre en las ocasiones solemnes.
A PIE Y SIN DINERO
PERO EL AMO DEL MUNDO
http://www.solanoinfante.com/variedades/infanteria-cela.html
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