Poetas Muertos
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No se hace uno viejo por haber vivido muchos años,
se hace uno viejo por haber defraudado su ideal.
Gral. MacArthur

lunes, 12 de junio de 2023

LOBO I

 




LOBO I

Diego Membiela Lopez

   Esta noche ha caído la primera gran nevada del invierno, un profundo sentimiento de tristeza y soledad me ha traído a este abrupto y oculto paraje, aúllo a la luna sin consuelo, echo d menos a mis compañeros.. Añoro los tiempos en que junto a ellos, recorría este extenso territorio, desde esta atalaya natural controlábamos nuestros dominios y empren-

díamos interminables correrías tras veloces venados y fieros jabalíes, eran las terroríficas partidas de caza del clan Corisa. Parece que fue ayer, sin embargo ya han transcurrido demasiados años.            
    La pendiente se hace cada vez más dura y los huesos me duelen, me cuesta caminar. Este invierno está resultando más crudo que los anteriores. Estoy delgado y débil, y siento un intenso frío. No he tenido suerte en la caza últimamente, unos despojos que he podido arrebatar  a los buitres y algunos roedores e insectos han sido mi único alimento desde hace días, presiento que este será mi último invierno.

  
    Los lobos tenemos buena memoria, es por eso que innumerables recuerdos vienen a mi mente de hechos felices, unos crueles y amargos otros, ninguno volverá a repetirse. Todos los viejos amigos y amores entrañables han desaparecido. ¿Qué habrá sido de ellos? ¿Dónde iremos después del final?
    Llevo algún tiempo dándole vueltas a contar la historia de mi vida. Es muy posible que, debido a la persecución a que nos tiene sometidos el hombre, yo sea el último lobo de estos contornos, ya que la mayoría de las manadas se refugiaron en el Parque Nacional de Fuentes Carrionas y, si no queda escrita, mi historia se perderá para siempre.                                                  He tenido una existencia larga y en ocasiones difícil. Ahora que se acerca el final, tengo que ser valiente y afrontarlo sin miedo. En realidad me siento afortunado, porque voy a morir en esta bendita tierra, bajo esta brillante y mágica luna.
  La naturaleza no ha dotado a los lobos de instrumentos apropiados para escribir unas memorias y, sintiéndolo mucho, pues son seres que me repugnan, a los que odio profundamente -y con motivo, como tendréis ocasión de comprobar-, no me queda más remedio que acudir a un humano para que cumpla con este, mi último deseo. Pero antes, he de pedir autorización a quien corresponda, para que se me permita comunicarme con los humanos, pues es obvio que no hablamos el mismo idioma. Yo diría más: las relaciones hombre-lobo no han sido nunca ejemplares en la naturaleza.


Vaya por delante que yo nací en el corazón de la Montaña Palentina, aquí mismo, en este paraje misterioso al que los paisanos humanos denominan Corisa. he tenido la suerte de convivir con los últimos osos cantábricos, incluso algún rifirrafe he tenido con ellos por un quítame allá esos restos de venado, y también recuerdo algún episodio más serio. A fe que son muy peligrosos, pero yo tampoco soy manco
 y me las he tenido tiesas, más de uno ha probado mis blancos y agudos colmillos



    En esta tierra privilegiada se ha desarrollado mi vida, tierra de frondosos bosques de robles antiquísimos, donde tienen su nacimiento ríos caudalosos de cristalinas aguas, como el Ebro y el Pisuerga, y majestuosas montañas, como Peña Labra y Tres Mares. Puedo considerarme una criatura afortunada por habitar en tan increíble escenario. Por ello, doy gracias a la Madre Naturaleza y no le tendré en cuenta la maldad con la que me ha tratado a lo largo de mi vida, impidiéndome cumplir con mi más ardiente deseo: tener mi propia manada.







LOBO HOMBRE EN PARÍS

LA UNIÓN

https://youtu.be/sl4GO6pgRas



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