LOBO II
Era una fría mañana del mes de diciembre, la nieve caída durante la noche, completamente virgen, crujía bajo mis botas. Sin ver nada, a tientas, cruzaba el espeso bosque de robles camino de Corisa, una formación rocosa en forma de serpiente situada en medio de verde y extensas praderas y, precediendo a estas, bosques de robles milenarios, y al norte una espectacular vista, de enorme altura de las rocas de Corisa, del verde valle de Celada de Roblecedo. En último término, los Picos de Europa. Todavía no había amanecido.
Por aquel entonces, y desde hacía varios años, mi hermano y yo teníamos arrendada la caza del término municipal de Herreruela de Castillería, pequeño pueblo situado muy al norte de la provincia de Palencia. El contrato nos autorizaba a batir tres venados., tres corzos, un rebeco y un lobo, todo ello bajo la modalidad de rececho, además, incluía el derecho a participar en los ganchos al jabalí organizados por los cazadores locales, para lo cual se nos facilitaron los correspondientes precintos. No llegamos a participar en ningún gancho de guarros, intentamos asistir a uno y, debido al terrible mal tiempo, niebla, viento y lluvia, hubo de suspenderse, así que efectuamos un largo viaje para nada.
Mi situación anímica respecto a la caza estaba cambiando por aquellas fechas, tal vez por la edad y también por alguna que otra circunstancia personal. Había tomado la determinación de abandonar la práctica cinegética. Las muertes de mi perrita Jara y de mi gato Ashley me habían sumido en una profunda tristeza. Ambos habían compartido nuestra vida durante catorce años. Estos hechos, ayudaron a desarrollar en mi una creciente empatía con los animales y, por extensión, con la naturaleza entera.
Stuck On You
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